Paul Klee_Máscara con banderín, 1925
Si la naturaleza ha
creado alguna cosa menos susceptible que las demás de ser objeto de propiedad
exclusiva, esa es la acción del poder del pensamiento que llamamos idea, algo
que un individuo puede poseer de manera exclusiva mientras la tenga guardada. Sin
embargo, en el momento en que se divulga, se fuerza a sí misma a convertirse en
posesión de todos, y su receptor no puede desposeerse de ella. Su peculiar
carácter es también tal que nadie posee menos de ellas porque otros posean el
todo. Aquel que recibe una idea mía, recibe instrucción sin mermar la mía, del
mismo modo que quien disfruta de mi vela encendida recibe mi luz sin que yo
reciba menos. El hecho de que las ideas se puedan difundir libremente de unos a
otros por todo el globo, para moral y mutua instrucción de las personas y para
la mejora de su condición, parece haber sido concebido de manera peculiar y
benevolente por la naturaleza, cuando las hizo, como el fuego, susceptibles de
expandirse por el espacio, sin ver reducida su densidad en ningún momento y,
como el aire, en el que respiramos, nos movemos y se desarrolla nuestro ser
físico, incapaz de ser confinadas o poseídas de manera exclusiva. Las
invenciones, pues, no pueden ser, por su naturaleza, sujetas a propiedad.
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