Salvador Rosa
Mientras unos aplaudían que se aconsejara un cambio, otros pensaban que el informe era el resultado de la retorcida malignidad que había generado el Concilio Vaticano II. Entre estos últimos se hallaba el cardenal Ottaviani, secretario de la Suprema Congregación Sagrada del Santo Oficio. El lema de su escudo de armas era semper ídem, es decir, siempre igual.
Mientras unos aplaudían que se aconsejara un cambio, otros pensaban que el informe era el resultado de la retorcida malignidad que había generado el Concilio Vaticano II. Entre estos últimos se hallaba el cardenal Ottaviani, secretario de la Suprema Congregación Sagrada del Santo Oficio. El lema de su escudo de armas era semper ídem, es decir, siempre igual.
David Yallop
No hay comentarios:
Publicar un comentario