Es gente que sin dudarlo aparca el estatus de adulto,
eliminan la coraza y se hacen vulnerables.
Abren bien los ojos y consiguen volver a sorprenderse
de todo lo que nos rodea. Encajan con soltura los
contratiempos y pactan con lo imprevisible.
Practican la mejor gimnasia para recuperar la
flexibilidad física y mental.
Y es que al convertirse en uno de ellos,
consiguen tejerles una infancia llena de momentos
para la aventura, las risas, el juego, la intimidad
y la confianza en sí mismos.
Me gustan porque quizá no son del todo conscientes
de que cuándo esos niños crezcan, irán tirando de esos
momentos que han vivido con ellos
para superar otros retos.
2 comentarios:
Paso a dejarle(s) unos saludos.
Estoy angustiado, igual que hace algo más de 2 años. En ese momento una amiguita mía (de 4 años) quería jugar conmigo, como lo hacíamos todas las semanas, pero estaba tan mal que le dije que no. Creo que ella veía que yo estaba mal, y que por eso insistía en su querer jugar.
Un beso,
Diego.
Me encanta saludarte Diego.
Ahí van unas palabras de Madre para acompañarte:
"...Pero siempre se echa uno sobre los hombros un fardo interminable, -decía un día la Madre en una conversación sobre el Budismo-. No se quiere dejar nada del pasado y cada vez agobia más el peso de una acumulación inútil. Teneís un guía en una parte del camino, pero cuando hayaís pasado esa parte, dejad el camino y al guía, e id más lejos. Es una cosa que los hombres hacen con dificultad; cuando se apoderan de algo que los ayuda, se aferran y luego no quieren ya moverse. Los que han hecho algún progreso por medio del cristianismo no quieren dejarlo y lo llevan sobre los hombros; los que algo han progresado con el budismo no quieren dejarlo y lo llevan sobre los hombros, esto entorpece la marcha y os retarda indefinidamente. Una vez que hayaís pasado la etapa, ¡dejadla que se vaya! ¡Id más lejos!... la ley eterna, sí, pero eternamente joven y eternamente progresiva."
Hasta luego
BESOS
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