Maurits Cornelis Escher_Ojo, 1946
Mientras las terceras personas crean en un vicio, mientras
esperen espectáculos bien montados o, en todo caso, una diseminación de gestos
que se complacen en considerar tan culpables y tan raros como las orquídeas de
Oscar Wilde: respetuoso interés. Pero que venga el sufrimiento al que ninguna
extravagancia revela, y al que no aumenta ninguna persecución social, ningún
calabozo, ni el boato del peor esteticismo, que venga el sufrimiento sin
palabras, el sufrimiento silenciosamente corrosivo, y aquellos que habían
esperado decorados curiosos, anécdotas picantes y crónicas escandalosas no
perdonarán a la pasión su dolor demasiado simple.
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