Leonardo Da Vinci
Las encíclicas parten siempre de reflexiones abstractas y muy generales.
(El poder viene de Dios y no del pueblo. La Iglesia y el Estado, aunque aquélla está supraordinada a éste, deben colaborar. La libertad debe ir unida a la moderación. La obediencia respecto a la autoridad es necesaria. Todos los males provienen de que el hombre se aparta de Dios y de la Iglesia…).
Cuando los papas llegan al meollo, dan rodeos verbales en torno al mismo. No mencionan ninguna medida esencial que afecte a la causa de los males, es decir, a la explotación del hombre por el hombre (causada por la posesión privada de los medios de producción) ni a su consecuencia, consistente en que la mayor parte de las riquezas producidas por los trabajadores acaba finalmente en manos de los fabricantes.
citado por Karlheinz Deschner
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