Dedico este blog al Eterno Señor siempre físicamente manifestado,
sea cual fuere el lugar de esta tierra donde ahora se encuentre.

miércoles, septiembre 29, 2010

Karlheinz H. Deschner_Historia Sexual del Cristianismo

Pepón_El durmiente

¿Por qué abstinencia en lugar de placer?


¿Cómo fue posible esta transformación, esta perversión, incluso, de las funciones naturales de la vida? ¿Cómo pudo el ser humano, tan deseoso de alegría, de placer, reprimir aquello que prefería sobre todas las cosas? ¿Cómo pudo entregarse al ascetismo, a una moral que pretende expulsar los instintos, a empresas de autodilaceración y siniestra castidad penitencial, cómo pudo adjudicar el estigma del pecado a todo y renunciar a lo que le hacía feliz? El hombre primitivo -como el creyente cristiano de hoy- no renunció entonces por altruismo, por nobleza del alma, sino para obtener algo a cambio, para demandar, en cierto modo para arrebatar algo a la Naturaleza o a los dioses, esto es, para negociar algo mediante un sacrificio. Y cuanto mayor, cuanto más penoso fuera éste, tanto más efectivo, en apariencia. Así, el hombre renunció progresivamente hasta a su vida sexual, se mortificó por la cosecha, por la pesca, por una caza abundante, guardó continencia antes de la lucha o de un largo viaje... pero siempre por avaricia, por simple egoísmo, para controlar una cosa, para evitar otra, para regatear servicios a cambio de servicios; triunfo del miedo, del ansia, de la envidia, expresión de aquel principio egoísta que los indios enunciaban como "dehi me dadami te" y los romanos, "do ut des" lo cual sigue siendo determinante cuando el devoto, con sentimiento de satisfacción religiosa y autoindulgencia, hace un voto o una peregrinación, cuando ayuna o se atormenta, o siempre que "hace penitencia" para obtener algo: éxito, salud, vida eterna.




No hay comentarios: