No pretendo que mi vocación personal al pacifismo, me dé el derecho de condenar a otros que no participan, y que han escogido el camino de la violencia. Pero sí me reclamo el derecho y el deber de señalar hechos particularmente que claman al cielo, hechos que violentan la decencia humana, que pretenden reconocer hasta los que los cometen, y condeno esos hechos en el nombre de Dios.
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