Consagrado como primera "fábrica de ideas" de la nueva derecha
norteamericana federada en tomo del tríptico libre mercado-responsabilidad
individual-valores patriarcales, y dotado de un presupuesto superior
a los cinco millones de dólares, el Manhattan Institute organiza a principios
de la década del noventa una conferencia y posteriormente publica
un número especial de su revista City sobre la "calidad de vida". (Esta lujosa
revista, que ambiciona "civilizar la ciudad" y cuyos diez mil ejemplares
se distribuyen gratuitamente entre políticos, altos funcionarios,
hombres de negocios y periodistas influyentes, se convirtió entretanto en
la principal referencia común de los decisores públicos de la región.) Su
idea fuerza es que el "carácter sagrado de los espacios públicos" es indispensable
para la vida urbana y, a contrario, que el "desorden" en que se
complacen las clases pobres es el terreno nutricio natural del crimen. Entre
los participantes atentos a ese "debate" se encuentra el fiscal estrella
de Nueva York, Rudolph Giuliani, que acaba de perder las elecciones para
la alcaldía frente al demócrata negro David Dinkins y va a extraer de
él los temas de su campaña victoriosa de 1993. Y los principales directores
de la política policial y judicial que pronto va a hacer de Nueva
York el escaparate mundial de la doctrina de la "tolerancia cero" dan a
las fuerzas del orden carta blanca para perseguir agresivamente a la pequeña
delincuencia y expulsar a los mendigos y los sin techo a los barrios
desheredados.
Las cárceles de la miseria
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