el fiscal acusador llamó a su primer testigo;
una señora de mucha edad y abuela.
Se acercó a la testigo y preguntó:
- "Sra Pérez, usted me conoce?"
Ella respondió:
- "Por supuesto que te conozco. Te conozco desde que
eras niño y, francamente me has desilusionado.
Tú mientes, engañas a tu esposa, manipulas a las
personas y hablas mal de ellas a sus espaldas.
Sí, por supuesto que te conozco."
El abogado quedó lelo sin saber qué hacer.
Después de pensar un poco apuntó al otro extremo
de la habitación y preguntó:
- "Sra Pérez, conoce usted al abogado defensor?"
Ella contestó:
"Por supuesto que sí, también conozco al abogado
defensor desde que era un niño. Es flojo, tiene problemas
con la bebida, no puede tener una relación normal con nadie
y su calidad como abogado es una de las peores del país.
No debo olvidar mencionar también que engaña
a su esposa con tres diferentes mujeres, una de las
cuales es su esposa, Sr. Fiscal. Sí, lo conozco."
El abogado defensor quedó en shock.
El juez, entonces, pidió a ambos abogados que se
acercaran al estrado y con voz muy tenue les dijo:
- "Si a alguno de los dos se le ocurre preguntarle
a la vieja si me conoce, les juro que se pudren en la cárcel".
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