
Pero cuando Jesús hubo terminado su vida terrenal, el nombre del Padre se había revelado de tal manera, que el maestro, que era el Padre encarnado podía decir en verdad:
Yo soy el pan de la vida, el agua viva, la luz del mundo, el deseo de todos los tiempos, la puerta abierta a la salvación eterna, la realidad de la vida sin fin.
El buen pastor, el sendero de la perfección infinita, la resurrección y la vida, el secreto de la supervivencia eterna; el Camino, la Verdad y la Vida.
El padre infinito de mis hijos finitos. La verdadera vid. Vosotros sois los sarmientos.
La esperanza de todos los que conocen la verdad viviente; el puente viviente que va de un mundo a otro y el enlace entre el tiempo y la eternidad.
Jesús amplió así la revelación viviente del nombre de dios para todas las generaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario